Thursday, August 21, 2008

Érase una vez ...


Érase una vez tres hermanas hermosas:
La mayor bruñida de estaño catalán, con la inocencia de una dulce amapola.
La del medio nació cubierta de un velo seductor andaluz, y sus ojos y boca brillaban con carcajadas que brotaban de lo más profundo de la tierra.
La menor era una visión de alba pureza, como hecha de fina y delicada filigrana de porcelana y hebras de carbón.

Al crecer las hermanas, sus semblantes fueron cambiando:
La amapola de la mayor se rizó en una dura bola marchita, ajada y descascarada por los vendavales de la vida cotidiana.
La seducción telúrica de la mediana se fue desgastando sobre una roca de resentimientos, dejando atrás una tosca semilla de amargura.
Mientras la pureza de la menor fue ganando tornasoles y máculas de hoja dorada y ceniza papal.

Poco a poco el tiempo fue desgranando a las hermanas ...
Hasta que al final de sus vidas sólo quedó:
La ñoñería de la primera
La majadería de la segunda
Y la pretensión de la tercera ...

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